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“Parece el día de la primera comunión”, bromeaba el escritor y filósofo de La Granja d’Escarp Ferran Sáez al ver a casi todos los de la colla del 64 en el acto en el que se puso su nombre a la biblioteca municipal. Fue una ceremonia emotiva con toques de humor negro, ya que Sáez hizo notar que este tipo de reconocimientos “suelen ser póstumos”, por lo que, además de agradecer al ayuntamiento “que no me matara”, leyó un poema en el que dejó instrucciones para cuando “llegue el momento”. Quiere que sus cenizas reposen en Montmaneu, la montaña más emblemática del horizonte de su infancia. “Aunque si es un día de viento como el de ayer, la eternidad será breve”. Por cierto, que en La Granja hasta se cambió el horario de misa para que nadie se lo perdiera.

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