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En Les nostres mares (Proa), novela ganadora del último premio Sant Jordi, la periodista y escritora Gemma Ruiz Palà hilvana a través de diez personajes de ficción una red de sororidad a modo de homenaje a las mujeres de los años cuarenta y cincuenta “que no pudieron hacer realidad sus sueños y ahora son las que llenan las plateas de teatros y cines y los clubs de lectura”. La delegación del Govern de la Generalitat en Lleida presentó ayer el proyecto Lleida, terra de dones transformadores, que parte de una idea similar a la de la novela de Gemma Ruiz Palà para dar visibilidad a las mujeres del ámbito rural de Ponent. Se trata de poner fin a lo que se define como el “agropatriarcado”, un concepto acuñado por la antropóloga Montse Soronellas, de la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona. Desde la delegación del Govern se quiere poner rostro femenino a experiencias que han contribuido a cambios en el territorio desde diferentes disciplinas.

Doce testimonios de distintos perfiles explican su experiencia vital y profesional para sumar a más mujeres de las seis comarcas del llano de Lleida, porque es un proyecto abierto, en constante construcción. La presidenta del Institut Català de les Dones, Meritxell Benedí, señaló que se trata de un “ejemplo práctico de que la transformación feminista puede llegar a todas partes y que debemos visibilizar que las mujeres hacen cosas importantes”. Si ser de pueblo era un estigma hasta no hace mucho, ahora es un orgullo que se reivindica de manera desacomplejada en femenino plural. El proyecto se presentará este domingo en el marco de la Fira de Sant Miquel.

Será solo el principio. Las historias estarán disponibles en la web www.donestransformadores.cat y, en una segunda fase, las plazas de distintos municipios del llano se transformarán en platós para dar voz a mujeres anónimas de todas las edades que trabajan para que los pueblos pequeños se mantengan con vida, que no es poco. Aún queda mucho trabajo por hacer para que el mundo rural no solo se explique desde una óptica masculina.

Una campaña necesariaLas 201 farmacias de las comarcas de Lleida participan en una campaña impulsada por el Colegio profesional para que los pacientes no guarden los antibióticos sobrantes de los tratamientos en casa, sino que los lleven a las farmacias.

Es una medida para evitar que estos medicamentos se tomen sin prescripción médica o acaben en la basura o en el WC, lo que supone un grave problema de salud pública y de contaminación ambiental. Un 60% de los ciudadanos conserva antibióticos para usarlos cuando cree necesitarlos y esta práctica generalizada contribuye a crear resistencia a los mismos

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