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EDITORIAL

La sequía de hoy, el progreso de mañana

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La Fira de Sant Miquel abrió ayer sus puertas y pone de nuevo a Lleida, capital agroalimentaria de Catalunya, en el centro del debate del futuro del sector primario, tanto agrícola como ganadero, así como las industrias transformadoras o empresas comercializadoras que de él dependen. Ya incidíamos ayer que, a medida que el campo cambia, el certamen debe ir adaptando su esencia y finalidad, tanto del recinto de exposición como de las jornadas paralelas. Es evidente que, a día de hoy, la sequía, los costes de producción, los temas sanitarios, desde enfermedades a plagas, y el mercado y sus fluctuaciones por la geopolítica mundial son prioritarios, pero hay que dirigir también la mirada a medio plazo para que los expositores, productores, comerciantes y consumidores tengan en Sant Miquel la referencia clara sobre hacia dónde camina el sector. La robótica, la digitalización y, por supuesto, la bioeconomía son temas clave que la Fira ha de tener en cuenta.

Precisamente el congreso de bioeconomía que arrancó ayer aborda este conjunto de actividades económicas relacionadas con la producción, transformación y utilización de recursos biológicos, con el fin de producir y transformar la biomasa para el suministro de bienes y servicios, tales como alimentos, piensos y energía, entre otros. Según la Organización para la Cooperación del Desarrollo Económico (OCDE), la bioeconomía es un modelo en el que la biotecnología contribuye significativamente a la producción económica y, a partir de ello, se generan dinámicas de gestión e innovación dando origen a nuevas actividades, empresas y territorios sostenibles, desde la producción de alimentos, el desarrollo de bioenergías, la generación de bioproductos como insumos agrícolas, plásticos, fármacos y cosméticos, la generación de bioindustrias, la construcción, etc. Otro ejemplo sería la proteína alternativa, o lo que es lo mismo, macroorganismos como insectos, algas y nuevas especies vegetales, pero también producción unicelular de proteínas: microalgas, hongos (micoproteína) y carne cultivada, lo que hoy se denomina “agricultura celular”. Son denominaciones a las que debemos ir acostumbrándonos porque la proporción de comidas preparadas con estas proteínas crece cada día ya que pueden ayudar a alimentar a una población creciente utilizando menos recursos.

Son solo dos ejemplos de un campo nuevo que sin relegar a los cultivos tradicionales abren múltiples posibilidades de progreso al sector primario. Las comarcas de Lleida ni deben ni pueden estancar la creación de riqueza que les ha proporcionado el agua con las miles de hectáreas cultivadas y que nos ha convertido en líderes en fruticultura y forrajes, ni sus miles de cabezas de diferente ganado, que nos sitúan desde hace tiempo en el podio del porcino, junto con Aragón. Sant Miquel ya no solo ha de exponer, ha de proponer y rediseñar el futuro

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