EDITORIAL
Energías renovables
Un total de 61 municipios de las comarcas de Lleida acogen proyectos para construir centrales solares y eólicas destinadas a la venta de electricidad. Son uno de cada cuatro de los 231 que conforman la provincia. Entre todos suman 106 expedientes en tramitación ante la Generalitat y el Estado, con cerca de 2.500 hectáreas de paneles fotovoltaicos y casi un centenar de molinos de viento. Sin embargo, pocos de ellos han completado hasta ahora su tramitación y algunos están abocados a desaparecer. En los últimos cuatro años, solo dos pequeñas centrales solares se han puesto en marcha en Lleida, según datos de la Generalitat. Una en Talarn, con una superficie de 5,5 hectáreas, y la que la comunidad de regantes del Garrigues Sud inauguró en agosto en Bovera, con 1,7 hectáreas. A ellas deberán sumarse en los próximos meses otras prácticamente finalizadas, como la central solar cooperativa de Som Energia en Anglesola y la que la firma Eviroca ultima cerca de Castissent (Tremp). Otras están en construcción en el Pla d’Urgell y Les Garrigues. Las plantas solares en servicio y en obras suponen solo una pequeña fracción de las 2.458 hectáreas de paneles fotovoltaicos en tramitación en Lleida, mientras que ningún nuevo parque eólico ha completado la suya. El de Solans, entre Llardecans y la Granadella, el último construido hasta ahora, se estrenó en 2022, pero ya había obtenido el visto bueno del Govern una década antes. La administración catalana ha otorgado este mes autorización a los parques eólicos Conca de Barberà I, II y III, en la Segarra. Sin embargo, este permiso de construcción está condicionado a la aprobación de la comisión de Urbanismo, que todavía no se ha pronunciado al respecto. Estos permisos condicionados pretenden evitar que los proyectos más antiguos decaigan por perder su punto de conexión a la red eléctrica, al expirar el plazo de cuatro años para obtener autorización ambiental sin haberla conseguido. Pese a ello, esto es lo que le ha sucedido ya al menos a cinco proyectos que sumaban 21 molinos de viento y 354 ha de paneles solares en las comarcas leridanas. Algunos de los ayuntamientos afectados han mostrado su rechazo a la MAT de Forestalia en el llano de Lleida y el Pallars y la misma Generalitat ve deslealtad en la aprobación de estos proyectos sin su consentimiento ambiental. Mientras, todos estos planes avanzan a paso muy lento y los objetivos de energía verde para sustituir la fósil siguen lejos de las directrices marcadas por Bruselas. Nadie dijo que fuera fácil sustituir la dependencia energética actual por las renovables, pero la administración debe diseñar unos planes territoriales concretos que ni lastren el futuro verde ni perjudiquen al mundo rural, ya bastante castigado por la despoblación, deficiencias de comunicaciones y todo tipo servicios. El reequilibrio territorial debería ser algo más que una frase hecha.