EDITORIAL
Siempre nos quedará el Morera
Àngel Jové nació en la Lleida en blanco y negro de 1940, en el edificio del Hostal del Sol, en la plaza de Sant Joan. “Ya no queda nada de mi infancia”, se lamentaba. Fue uno de los representantes históricos del arte conceptual en Catalunya, pero nunca quiso sentir el peso de una etiqueta. Hizo de todo: figuración y abstracción, documentales y libros. Fue actor fetiche de Bigas Luna y desde que Víctor Siurana le encargara una obra “de luz y materia” para la Universitat de Lleida se introdujo en el mundo de los vitrales. Ya apuntaba maneras cuando se convirtió en el miembro más joven del grupo Cogul en 1964. Hacía tiempo que había cortado el cordón umbilical que le unía a su Lleida natal. Primero se instaló en Barcelona. Causó sensación. Hasta una vaca sagrada como Vázquez Montalbán le dedicó un artículo cargado de admiración y respeto. Siguió imparable, aunque a él le incomodaba que se hablara de sus éxitos. Hacía más de veinte años que vivía en Girona. Se instaló en una casa “muy grande y muy vieja” situada frente a la Catedral. “Cuando salgo al balcón no puedo evitar pensar que en Lleida teníamos un centro histórico diez veces más impresionante”. No le gustaba que le definieran como un referente, ni siquiera se consideraba un artista conocido o reputado “más allá de Lleida o en círculos artísticos muy concretos. No soy como Miquel Barceló. A mí no me conoce nadie”. Pero lo cierto es que fue un referente y su muerte, este miércoles a los 83 años, ha conmocionado al mundo de la cultura. Y no es para menos. Con Àngel Jové se ha ido el último artista total, exponente de una época. Queda el consuelo de su obra. Hoy, más que nunca, cobra sentido el Morera. El museo conserva buena parte del legado del artista, que evolucionó del informalismo al arte conceptual con trabajos experimentales con una fuerte carga poética. Como figura incuestionable del arte contemporáneo catalán, el Morera ya ha avanzado que el artista leridano formará parte de la exposición con la que la pinacoteca estrenará su nueva sede en la antigua Audiencia de la Rambla Ferran, previsiblemente a finales de año. Y no porque haya muerto. De hecho, en 2022, el Morera ya incorporó 292 polaroids de la serie Lo país de Maialussa a su colección. Y es que Àngel Jové fue profeta en su tierra y entre los pocos premios que recibió en su carrera artística destacan la Medalla Morera concedida en 1984 y la Medalla de la Paeria al Mérito Artístico o Cultural, con la que fue distinguido en 2017. Aunque se fue de Lleida muy joven, nunca se fue del todo. Dejó huella en la Petite Galerie de Jaume Magre, en el Saló Víctor Siurana, en la capilla de Jesús de la Seu Vella o en la iglesia de Àger. Y hasta firmó el cartel más polémico en años de la Festa Major. Todos los reconocimientos que lleguen a partir de ahora sabrán a poco para devolverle lo mucho que (nos) dio.