EDITORIAL
Que no perdamos el tren
La circulación de trenes de alta velocidad por la vía Madrid-Lleida-Barcelona estuvo fuera de servicio durante más de seis horas la tarde del jueves. Una incidencia en el sistema de electrificación entre las estaciones de Brihuega y Las Inviernas, en Guadalajara, fue la responsable de que al menos diez convoyes de distintas compañías con parada en Lleida dejaran tirados a miles de usuarios. Algunos de los afectados eran visitantes de Municipàlia, la feria de ferias, que precisamente el jueves cerró su edición récord, con más de 20.000 visitantes, 351 expositores y un impacto económico de unos 15 millones de euros, entre el negocio directo e indirecto de sectores como el de la hostelería. Que este éxito incuestionable se viera empañado porque no circulaban trenes es una pena. Este mismo mes se han cumplido veinte años de la llegada del primer AVE a Lleida. Es innegable que permitió acortar distancias, sobre todo a partir de febrero de 2008, cuando la alta velocidad se prolongó hasta a Barcelona. Las cifras hablan por sí solas y en estas dos décadas un total de 16 millones de viajeros que tenían como origen o destino la estación de Lleida han circulado por esta vía, 800.000 al año. La alta velocidad ha hecho posible que se pueda vivir en Lleida y trabajar en Barcelona (o viceversa, aunque es menos frecuente) y ha permitido aumentar el número de congresos profesionales en la capital de Ponent. Sin embargo, en estos 15 años desde que se pudiera viajar a Barcelona en tan solo una hora el servicio se ha deteriorado de manera alarmante. Por un lado, el precio de los billetes sigue siendo muy alto y los abonos sólo compensan si se circula a diario por esta vía. También hay quejas por las frecuencias, que no han recuperado la oferta de antes de que se declarara la pandemia y que son nulas de noche. Por si esto fuera poco, la puntualidad de los primeros años ya no es la norma general. Hay retrasos y se suceden las incidencias. Los usuarios habituales reclaman mejoras en los trenes, porque algunos tiemblan en exceso. Y ahora, además, se abre un nuevo frente en las casas de L’Horta de Lleida cercanas a las vías, porque desde que hace un año circulan trenes de la compañía italiana Iryo por esta línea han detectado grietas en sus viviendas. De momento, se han unido para encargar un estudio de las vibraciones, muy superiores a las que se notan cuando pasan convoyes de otras compañías. Denuncian que el paso de los Iryo compromete la estructura de sus hogares. Por contra, la firma italiana asegura que estos trenes “no generan vibraciones susceptibles de provocar daños estructurales”. A la espera de las conclusiones de este estudio, no puede ser que en sólo veinte años (15 desde que se prolongó la línea hasta Barcelona), se sucedan tantas incidencias de índole tan distinta. No podemos perder este tren.