EDITORIAL
Castigo ejemplar y justicia poética
La Comisión Disciplinaria de la FIFA ha suspendido durante tres años a Luis Rubiales, expresidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF), de todas las actividades relacionadas con el fútbol a nivel estatal e internacional, al entender que infringió el artículo 13 del código del organismo, según hizo público ayer por la mañana el máximo organismo mundial de este deporte. El caso se refiere a los hechos ocurridos durante la final de la Copa Mundial Femenina de la FIFA el 20 de agosto de 2023, por los cuales Rubiales había sido suspendido provisionalmente por un período inicial de 90 días. Se trata de su gesto agarrándose los genitales en el palco y del famoso beso no consentido en el propio podio de entrega de medallas a Jenni Hermoso, futbolista de la selección, tras la consecución de España de su primer Mundial de fútbol femenino. Aquellas acciones no tardaron en ser objeto de críticas y desembocaron en la renuncia de Rubiales (semanas después) al cargo de presidente de la RFEF. La decisión está sujeta a un posible recurso ante la Comisión de Apelación de la FIFA. Esta suspensión es un triunfo de la igualdad de sexos en el mundo del deporte y de la dignidad de las personas que tienen nombres y apellidos y cuya repercusión disciplinaria, mediática y política es un signo inequívoco de que algo está cambiando, a bien, en nuestra sociedad. Cuando Mapi León, Patri Guijarro, Sandra Paños, Lola Gallardo, Ainhoa V. Moraza, Aitana Bonmatí, Leila Ouahabi, Lucía García, Ona Batlle, Laia Aleixandri, Clàudia Pina, Andrea Pereira, Mariona Caldentey, Nerea Eizaguirre y Amaiur Sarriegi renunciaron en 2022 a la selección por no estar de acuerdo con las formas ni con los fondos del seleccionador Jorge Vilda, hubo muchas críticas a “las 15”, auténticas impulsoras del “basta ya” que un año después ha provocado un giro de 180 grados en el fútbol femenino, ninguneado hasta este verano por la Federación de Fútbol y sus dirigentes. Poco después de la carta de las 15, la mayoría de estas deportistas decidieron aparcar sus reivindicaciones para poder jugar el Mundial. Solo Mapi León, Patri Guijarro y Clàudia Pina (las tres del Barça) se mantuvieron firmes en su “no”. Alèxia Putellas y Jennifer Hermoso no figuraban como firmantes de aquella carta, la catalana estaba lesionada y, por tanto, no era seleccionable en ese momento, pero era vox populi que junto a León e Irene Paredes eran las auténticas líderes de un grupo de mujeres dispuestas a no dejarse pisotear. Ganaron el Mundial y Rubiales, en lugar de mostrar respeto y escuchar sus demandas, intentó vender este éxito como suyo y de su equipo frente a las rebeldes y lo adornó con dos gestos trogloditas: tocarse los genitales y besar a una campeona mundial en la boca sin su permiso. Y allí, todas y a la una, dijeron basta y todo comenzó a cambiar. Ayer, una de las 15 fue elegida la mejor jugadora del Mundo.