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Invisibles y muy vulnerables

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Son los invisibles, los que nadie quiere ver. El año pasado la Fundació Arrels Sant Ignasi atendió a 142 personas que vivían en la calle, un 10% más que en 2021. Las razones que pueden llevar a alguien a convertirse en lo que popularmente se conoce como un sintecho son múltiples y complejas. No hay un único perfil. De hecho, en los últimos años ha bajado mucho la edad de las personas sin hogar atendidas por la entidad, que también ha detectado un aumento de mujeres que viven en la calle. Detrás de estas cifras hay historias de personas con nombres y apellidos que no siempre tienen un final feliz. En diciembre de 2005 tres jóvenes quemaron viva a una indigente que dormía en un cajero en Barcelona. La escritora pallaresa Maria Barbal noveló la que podía haber sido la biografía de esta persona en Emma, un libro sobre una mujer con una vida normal que un día se ve abocada a la marginalidad. Y de la ficción a la insoportable realidad. El martes, tradicional día de la Castanyada pero cada vez más noche de Halloween, resultó un día terrorífico en Lleida. Las empleadas de un súper en las afueras de Balàfia encontraron a un hombre malherido, con la cara desfigurada. Tuvo que ser ingresado en la UCI del hospital Arnau de Vilanova por la gravedad de su estado y le han inducido un coma. Los Mossos investigan si se trata de un delito de odio o la brutal paliza se produjo en el contexto de una pelea. El resultado es el mismo, pero resulta estremecedor que alguien agreda sin motivo al eslabón más débil de la sociedad, el más vulnerable.Es difícil gestionar esta problemática. No siempre las personas sin hogar acceden a ir a un albergue, pero resulta evidente que desde las instituciones hay que dar una respuesta a esta realidad social. Justamente ayer el alcalde de Lleida, Fèlix Larrosa, dio a conocer que rechaza definitivamente el albergue proyectado en Pardinyes por el anterior equipo de gobierno. Su modelo de inclusión contempla ampliar las plazas del albergue Jericó, rehabilitar 31 pisos de la Sareb y la Empresa Municipal de Agenda Urbana para proyectos como Housing First, que saca a la gente de la calle, y la creación de 30 plazas –diez de las cuales para mujeres– destinadas a personas sin hogar en el antiguo convento de las Josefinas, en la calle Acadèmia. El plan Iglú se trasladará al antiguo colegio Balàfia y los temporeros se ubicarán en módulos en zonas agrarias. La oposición ya ha criticado que es un modelo insuficiente y poco viable, pero el alcalde lo considera “global e innovador”. En un eventual examen, no hay una única respuesta correcta a cómo solucionar un problema que no deja de crecer. Lo importante es que más pronto que tarde entren en funcionamiento estos servicios y que no tengamos que volver a informar de un indigente apaleado impunemente.

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