EDITORIAL
La dignidad de la tercera edad
Durante la pandemia se hicieron patentes las deficiencias de la mayoría de residencias, tanto públicas como privadas o concertadas. Falta de personal, de formación, de asistencia sanitaria y de organización y estructura y, lo más importante, de trato o sensibilidad con las personas usuarias de los geriátricos que, tras toda una vida de trabajo, necesitan y merecen un descanso asistencial adecuado. La pandemia pasó y de las lecciones que supuestamente habíamos aprendido queda poca cosa. Este sector sigue siendo inestable y de poca calidad para el empleo y se continúan anteponiendo los beneficios a la calidad asistencial a las personas. Ayer informábamos en nuestro periódico de las quejas del personal y familiares de los usuarios del hospital sociosanitario Nadal Meroles, de titularidad de la Generalitat pero gestionado por una firma privada, y el propio Govern ya había anunciado que quería revertir esta gestión de cara al próximo año. Pero este centro de Lleida es solo un ejemplo de la realidad de la mayoría de centros de geriatría o sociosanitarios. Mucha lista de espera, muchos usuarios y poco presupuesto. Dice la administración que el dinero no da para todo y seguramente esté en lo cierto, pero facilitar la vida de los ancianos, desde ayudarles en su medicación a informar a sus familiares o acompañarles para que mantengan la dignidad en su cotidianidad, debería ser una auténtica prioridad. La amnistíaEl portavoz del Grupo Socialista, Patxi López, defendió ayer en el Congreso, en el pleno de toma en consideración de la ley de amnistía, que todos los diputados del PSOE están “convencidos” de que la amnistía es buena “para la democracia”, instó a los populares a explicar “por qué la amnistía es inconstitucional, por qué rompe España y por qué acaba con la igualdad” y responsabilizó al Gobierno de Rajoy de haber propiciado con su política la ruptura y la crispación que se produjeron en 2017. Por su parte, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, replicó recordando que el PSOE defiende ahora lo que negaba tajantemente hasta hace cuatro meses y esa fue la única frase cierta que salió de su boca porque hablar de terrorismo y golpes de Estado ligados al referéndum que se celebró el 1 de octubre de 2017 contradice al Tribunal Supremo, que descartó el golpe y la rebelión y que en ningún punto de la sentencia del procés citaba al terrorismo. Y se equivoca también Feijóo cuando duda de que la ley de amnistía vaya a hacer más españoles a los independentistas. La democracia no es obligar a nadie a sentirse español, vasco o catalán, su grandeza estriba en que cada cual pueda defender sus ideas en paz y libertad sin acabar en la cárcel