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Una de las películas típicas de esta época de Navidad es Solo en casa, pero, a tenor de los resultados de la Encuesta a la Juventud de Catalunya 2022 presentados el viernes por el conseller de Derechos Sociales, Carlos Campuzano, el título podría retocarse y, para reflejar la realidad actual, convertirse en Siempre en casa. Y es que, según los datos aportados por dicho informe, la tasa de emancipación de los jóvenes de hasta 35 años ha caído cinco puntos en diez años, pasando del 46 por ciento al 41 por cierto. Esto se traduce en que seis de cada diez personas de menos de esa edad viven aún en casa de sus progenitores y son más los chicos que mantienen esta situación (el 60%) que las chicas, que son la mitad. En este sentido, las jóvenes, una vez emancipadas, viven más en pareja (34,1%) que ellos (22,8%), siendo la opción siguiente en ambos casos el hecho de compartir piso, y ya queda muy lejos la posibilidad de vivir solos y prácticamente descartada la de adquirir una vivienda, condición a la que solo pueden acceder dos de cada diez y cuya tendencia a la baja se ha ido acentuando con el paso de los años. La solución para revertir esta realidad debe ser la suma de muchos factores, como ayudas de las administraciones, pero el factor básico radica en que estos jóvenes, que cada vez están mejor preparados académicamente y formados laboralmente, tengan un trabajo remunerado que esté acorde a sus capacidades y que les permita vivir dignamente y cubrir sus necesidades, especialmente acceder a una vivienda.IntolerableLa clase política, por desgracia, está dando demasiadas pruebas de que vive en un mundo cada vez más alejado de la ciudadanía que, a fin de cuentas, es a la que se debe, representa y a la que tiene que servir. Pero esta semana un representante político, concretamente el portavoz de Vox en el ayuntamiento de Madrid, Javier Ortega Smith, ha sobrepasado todas las líneas rojas después de que en el pleno del viernes se encarase con el concejal de Más Madrid, Eduardo Fernández Rubiño, y le lanzase una botella de plástico. Tras este penoso e intolerable episodio, dirigentes del PSOE, Más Madrid y del PP, como el alcalde de Madrid José Luis Martínez Almeida, exigieron la dimisión de este concejal ultraderechista, quien no solo no atendió a esta petición sino que llegó a afirmar que su actuación no puede ser considerada una agresión “porque la botella estaba vacía”. Su partido, en la misma línea y lejos de dar una imagen de tolerancia y civismo y de recriminar la actitud de Ortega Smith, cargó contra el PP al considerar que, con sus críticas, hacía “el juego” a “la extrema izquierda violenta y mentirosa”. El nivel es pues más que patético y totalmente recriminable.

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