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EDITORIAL

Más empleo pero menos poder adquisitivo

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Lleida ha cerrado el 2023 liderando el descenso del paro en Catalunya y creando 4.345 empleos. En concreto, las comarcas de Ponent, Alt Pirineu y Aran terminaron el año con 17.212 desocupados, 845 menos que los que registraban al empezar el año, lo que representa un descenso del 4,68 por ciento, según los datos del ministerio de Trabajo. A nivel interanual, el paro cayó un 4,09% en Girona, un 1,8% en Tarragona y un 0,02% en Barcelona. Esto es así pese a que en diciembre la contratación extra que suele darse debido a la campaña de Navidad no fue suficiente para reducir el número de desocupados en la demarcación, que repuntó en 153 personas, un 0,9 por ciento. El sector servicios es el que suma más desempleados en la demarcación. Son un total de 11.432 personas, seguido de la industria con 1.661 desocupados, la agricultura con 1.396 y la construcción con 1.307. Mientras, unas 1.416 personas entraron en las listas del paro sin tener un trabajo anterior. Del total de parados, 9.975 son mujeres y 7.237, varones. De ellos, 1.269 tienen menos de 25 años. Por su parte, el mercado laboral leridano sumó 4.345 afiliados en 2023 hasta situarse en los 202.873 ocupados de media en diciembre. Solo en el último mes del año se crearon en las comarcas leridanas 2.250 empleos, siendo la única provincia catalana donde no se destruyeron puestos de trabajo. A lo largo del pasado año se firmaron en Lleida 147.360 contratos, de los cuales más de la mitad (55,2%), es decir, 81.325, fueron indefinidos y el resto, 66.035, temporales. Lleida sigue la tónica experimentada en el resto de Catalunya. En el conjunto del estado, España acabó el año 2023 con 2,7 millones de parados, 130.197 menos de los que lo empezó y la cifra más baja en un cierre de año desde 2007. Durante estos últimos doce meses el mercado laboral sumó 539.740 afiliados hasta situarse el número total de ocupados en los 20,84 millones. Las cifras requieren poco análisis ya que hablan por sí solas. La recuperación de la crisis económica del 2008 y la provocada por la pandemia del 2020 ha sido más rápida de lo esperado y teniendo aún muchos déficits de precariedad en el empleo, como la incorporación de los jóvenes y de mayores de 52 años, sin duda el problema mayor es la inflación que provoca que muchas personas que trabajan de forma estable no lleguen a final de mes y la carestía de la vida, sobre todo el precio de la vivienda, en comparación con los sueldos, lo que acarrea que muchos jóvenes no puedan independizarse y si lo hacen es en condiciones muy precarias. Esta falta de independencia económica de personas de entre 20 y 35 años, a su vez, complica la demografía, ya que cada vez hay más personas que renuncian a tener hijos o los tienen a edades más avanzadas, con lo que el número de descendientes es menor y eso afecta a toda la cadena poblacional y dificulta el futuro del estado del bienestar.

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