Solidaridad al cuadrado
Si ayer alabábamos la solidaridad de los habitantes del País Valencià con sus convecinos, que siguió ayer a raudales, como el agua que le ha azotado, hoy toca hacer lo propio con la de los leridanos que, tanto a nivel particular, como de entidades y ONG, se organizaron para enviar todo tipo de ayuda a estas poblaciones que lo han perdido casi todo. Vimos desde una moto de un cartero con un crespón negro, hasta personas totalmente anónimas que nos preguntaban dónde y de qué manera podían ayudar. Una lección sin duda para la clase política que en demasiadas ocasiones se queda en el paripé de los minutos de silencio y discursos de solidaridad, cuando lo que necesita esta gente es agua, mantas, comida y las cosas más elementales que ahora les faltan.