APUNTE AJENO
Sánchez no tira la toalla
Más allá de la añoranza presidencial que envenena el sueño de Pedro Sánchez –sigue creyendo que es posible el polinomio de la izquierda y los independentistas–, lo cierto es que todos están preparándose para repetir comicios en diciembre. Todos dicen aborrecer esa vuelta a las urnas por tercera vez en un año, pero todos están ya en ello. Quien menos lo disimula es Mariano Rajoy. Aunque participa en la campaña vasca y gallega en teoría apoyando a los candidatos populares Alonso y Feijóo, todos sus mítines giran alrededor del bloqueo para endosárselo en exclusiva a Pedro Sánchez. Nada de autocrítica respecto de los cien y un casos de corrupción que tienen como protagonistas a dirigentes del Partido Popular. Nada. Brocha gorda. El antidemócrata y el antipatriota es Sánchez. El aludido, por cierto, se dedica a lo mismo. Ha repetido ya mil veces el argumentario anti-Rajoy estrenado en el Parlamento en ocasión de las sesiones de investidura. A la manera de Ulises en el episodio de las sirenas, Sánchez ha decidido taparse los oídos con cera de tal suerte que hace como que no le llegan las advertencias de los barones (partidarios algunos de la abstención que facilitaría el desbloqueo) y contrarios los más importantes (Susana Díaz, Javier Fernández), a un acuerdo con Podemos. Las encuestas que apuntan dos nuevas y sonoras derrotas del PSOE en Galicia y en el País Vasco, se han convertido en la comidilla de las últimas horas. Quienes no conocen como funciona por dentro el partido concluyen que Pedro Sánchez está sentenciado y que la sentencia se cumplirá en los días posteriores a la noche del próximo domingo día 25. Tengo para mí que se equivocan. Sánchez no tiene intención de dimitir. Cuenta con ganar tiempo y consultar a las bases. Ganar tiempo, para, hasta el último minuto anterior a la convocatoria de las nuevas elecciones, tejer un acuerdo político de mínimos con todos los grupos que tumbaron la investidura de Mariano Rajoy. Lo que la aritmética permite, la sensatez política desaconseja, pero ya se sabe que cuando los dioses quieren perder a los hombres, les vuelven ciegos.