APUNTE AJENO
Se acabó la diversión
Salvo para los diputados, que se han tomado como extra de las vacaciones de Navidad todo el mes de enero, se acabó la diversión. Llegó el comandante, esto es, la realidad, y mandó parar.
¿Y cómo no parar, detenerse en seco, ante un año en cuyo cartel se anuncian semejantes protagonistas principales: Trump, Putin, Erdogan? En caracteres algo más pequeños, pero no menos escalofriantes, los del resto del elenco: Al Assad, Duterte, Kim Jong-un, Al Baghdadi... ¡Oh, Dios!
Salvo para los diputados y para bastantes funcionarios de algunas comunidades autónomas, que como la de Andalucía extiende el día uno del año al día dos, el domingo al lunes, bien que para volver a descansar el viernes de Reyes, se acabó la diversión.
El poco de diversión que se ha tenido, también es verdad. Porque entre el frío helador, los incendios domésticos y los asesinatos de mujeres, por no hablar de las matanzas de Alepo, Estambul o Bagdad, ni de los fugitivos del hambre que se estrellan contra las concertinas de nuestras vallas, ni de esos otros que a millares se ahogan en el mar siniestro, diversión, poca. Tampoco han ayudado mucho a la diversión las cosas de poco momento, pero de inquietante fundamento, de la vida ordinaria en las fechas agónicas del año que murió y que santa gloria haya: las comidas de empresa (que ni siquiera paga la empresa), las cenas familiares, los petardos, el alcoholazo como único combustible para la alegría, las interminables vacaciones escolares de los niños, los langostinos de látex, los regalitos y la televisión. Ay, la televisión, que oliéndose lo que viene, ni siquiera programó en esas fechas, contraviniendo la tradición, ¡Qué bello es vivir!Se acabó la poca diversión que se daba. La Pedroche con su estrellado maillot de trapecista es de lo poco que ha suscitado alguna entre los que se complacen en debatir vehementemente sobre el particular. Para los demás, para aquellos a los que no les ponen exageradamente los debates, sean éstos pedrochescos o podemitas, diversión poca.
Pero poca y todo, se acabó. Trump, Putin, Erdogan. Llegó el comandante, la realidad que se avecina, y mandó parar.