APUNTE AJENO
Junqueras, quieras o no
Se inicia
este jueves una carrera frenética por “normalizar” (comillas, por favor) la vida política –y económica, y social, y moral– catalana. Porque este jueves el Supremo decide si pone en libertad al exvicepresident de la Generalitat, Oriol Junqueras, o mantiene su prisión provisional por entender que se dan los supuestos para ello.
Importa poco lo que el comentarista prefiera o deje de preferir, pero pienso que, aún sintiendo una profunda distancia respecto del personaje, lo mejor para España sería que Junqueras saliese de Estremera y reanudase su vida política, a la espera del juicio por sus presuntos delitos, que naturalmente llegará cuando llegue, tal vez allá por finales de este año de penitencia que se nos ha abierto.
Verá usted: entre Junqueras, con quien en última instancia quizá se pueda negociar esa relativa normalización de Catalunya, al frente de la Generalitat, o el demenciado Puigdemont, me parece que no hay color. Creo que con el líder de Esquerra se pueden pactar condiciones que alejen, al menos provisionalmente, a
Catalunya
del independentismo, de ese secesionismo exprés que inició Artur Mas y que, desde luego con la ayuda de Junqueras, impulsó tan locamente, tan chapuceramente, tan ilegalmente, Carles Puigdemont, el huido que resultó ser, no obstante, el más votado en el independentismo el pasado 21 de diciembre. Inexplicable, pero ya hemos visto muchos inexplicables comportamientos de los electores en distintos ámbitos y países. Y, por supuesto, los electores son los que mandan y deben mandar, aunque no siempre sean sabios. Es urgente que el secesionismo se aclare. Que diga si va a caminar hacia sus sin duda legítimos fines de separarse de España por las vías legales, respetando a lo que parece aún una mayoría que no comparte el golpismo practicado hasta ahora, o si va a seguir por la vía Puigdemont, contra España y los españoles. Y luego, claro, la CUP, que insiste en cortar lazos con la metrópoli así, por las bravas. Pero, para mí, los antisistema no cuentan en el relato político; además, son marginales.
Pienso que al Gobierno también le interesa más Junqueras que un Puigdemont que no puede ni debe ser el presidente de la Generalitat.