APUNTE AJENO
Los reyes no son magos
Cuando ya hasta la festividad mágica que se celebra este 6 de enero se emponzoña con polémicas ajenas al significado de lo que en realidad significa este día, pocas esperanzas quedan de que la paz se instaure en los corazones de este secarral político que se llama la España de hoy en día. Y conste que no hablo solamente de Cataluña, sino de otros muchos desajustes que Melchor, Gaspar y Baltasar, por muy magos que los queramos, no podrán resolver así, tan fácilmente. Hablo de desajustes en una economía que potencia las desigualdades y en una justicia que ídem. Imposible no ver demasías en peticiones fiscales de ciento veinte años e imposible obviar el artículo de un conocido periodista independentista catalán que contrapone, precisamente cuando se conmemoran los ochenta años del Rey emérito, a Junqueras en Estremera encarcelado y al yerno y cuñado real, Urdangarin, disfrutando de unas vacaciones en Roma pese a estar condenado a seis años de cárcel.
Desde luego, si hubiese de pedirles algo a los Magos, en una carta que jamás les he dirigido, la puesta en libertad de Junqueras –no porque sienta la menor simpatía por el personaje– sino porque pienso que sería lo más conveniente para los intereses de España. A este paso, si un Oriol Junqueras tintado de negro, como tantos baltasares municipales estos días en tantas cabalgatas, desfilase por las calles, acabarían llamándole Nelson Mandela y no solo en
Catalunya
. En cuanto al rey de verdad, mucho se ha hablado de la necesidad de un pacto de Estado para afianzar esa Monarquía hoy más desgastada que nunca. Felipe VI es, ante todo, un profesional de su cargo, que no cometerá los errores de su padre y que atraviesa con dignidad por una dificilísima situación política para la que no se atisban fácilmente salidas. Sin embargo, desde luego, Felipe de Borbón lo que no es, pese a sus muchas virtudes, es un Rey mago que, con el mero toque de su varita, pudiese enderezar las cosas que se han torcido sin fácil remedio. Sé, o intuyo, de sus gestiones entre bambalinas y supongo sus esfuerzos por contenerse para poder contribuir no poco a la magia de la reconciliación entre las varias Españas que nos van helando, poco a poco, el corazón del Estado en estos días tan poco mágicos.