APUNTE AJENO
No, señor Sánchez
HOY, Pedro Sánchez cumplirá un mes en La Moncloa. No se puede decir, desde luego, que no haya hecho nada en este tiempo. Ha tenido grandes aciertos, como la selección, mucho más improvisada de lo que se ha dicho, del elenco ministerial. O su bautismo de fuego en los escenarios internacionales, que siempre resultan mucho más fáciles y gratos que la mera gestión interna. Pero ha cometido, ay, errores de bulto precisamente en ese ámbito de la política nacional. El culto al ego (esas manos presidenciales...). O, claro, lo de RTVE, que es tema que llega de inmediato al ciudadano. Ha acelerado en busca de consolidar una alianza con Podemos y entregó el Gran Medio a Podemos. Sin reparar, dejando de lado otras cuestiones éticas y estéticas, en que Pablo Iglesias, ávido de parcelas de poder e imagen, es un aliado peligrosísimo.
Creo que, ahora que cumple un primer mes agitado y se mete en otro que puede serlo mucho más, Sánchez ha de tascar el freno, parar, templar e intentar mandar... con todos. De momento, con la lamentable entrega clandestina de nada menos que RTVE a quien solo ansía ser algo semejante al gran capo del antiguo e influyente Ente, para desde allí tomar otros controles, el presidente del Gobierno central solo ha dado alas a la campaña de los candidatos a presidir el Partido Popular, que era una campaña alicaída y definida por las mutuas acusaciones de fraude. Cospedal, Casado y Sáenz de Santamaría han encontrado un filón para sus críticas, olvidando, alguna de ellas, sus pasadas trapisondas e incursiones en la radio y televisión públicas.
Apoyé la por lo demás irregular llegada al Ejecutivo de Pedro Sánchez, porque pensé que no podíamos ir más a contracorriente con lo que había. A la vista del último culebrón radiotelevisivo, me pregunto si, una vez más, me habré equivocado, que es algo que ya sé que poco puede importarle ahora a quien tan encantado está ejerciendo su dominio sobre casi todo, en ausencia, para colmo, de una oposición digna de tal nombre. Y lo peor es que no tengo sesenta y tantos días más para darle crédito ilimitado a la forma de ejercer el poder de Pedro Sánchez. Aquello de los cien días de gracia es, señor Sánchez, un concepto que ya no se lleva. Y en su caso, menos.