APUNTE AJENO
El test del 11-S
Aunque en orden al rigor la estadística posterior a una manifestación acostumbra a ser lo que la música militar es a la música, en ocasión de la que se celebra este 11 de Septiembre en Barcelona convendrá prestar la máxima atención a los números. De su carácter multitudinario –la comparación habrá que establecerla con la Diada del 2014 cuando se manifestó un millón largo de personas– van a depender unas cuantas cosas en la política catalana. Que es tanto como decir en la política española.
Si realmente la demostración es masiva, el eco político de las consignas a favor de la independencia, la república catalana y la libertad de los “presos políticos” vendrá a reforzar el alegato secesionista del presidente de la Generalitat. Si, por el contrario, una observación objetiva del despliegue permite llegar a la conclusión de que la convocatoria habría pinchado, entonces sería del todo legítimo extrapolar el dato al ámbito de la política concluyendo que las actuaciones de los dirigentes del procés habrían provocado el hartazgo de una parte de quienes no hace mucho nutrían las filas del movimiento independentista.
Ante la eventualidad de este segundo supuesto sería ingenuo pensar que Quim Torra y sus correligionarios se avendrían a reconocer el hecho. No lo harían públicamente, pero tomarían buena nota.
No forman un bloque homogéneo. Algunos de los líderes secesionistas en algún momento han reconocido que una cosa es el discurso que proclama que “el pueblo de Cataluña” es mayoritariamente partidario de la independencia –Torra y Puigdemont así lo proclaman en cuanto tienen una cámara delante–. Son significativas las palabras del diputado de ERC Joan Tardà argumentando que si hay algún independentista tan ingenuo o estúpido que cree que puede imponer la independencia de Cataluña sin tener en cuenta al 50% de catalanes que no lo son está completamente equivocado. En la política catalana hace años que sucumbió la verdad para dar paso a la manipulación a través de la reducción a mantras fáciles de penetrar en el imaginario de la gente y más fáciles aún de su navegación a través de las redes sociales.