APUNTE AJENO
La confianza se derrumba
El Gobierno está empeñado en calificar de robusto el crecimiento de la economía española. El pasado viernes lo volvió a repetir la ministra del ramo. Calviño nos intentó explicar que pasar de un aumento del PIB superior al 3 por ciento a uno del 2,5 por ciento no se puede calificar de desaceleración. Sin embargo, si se miran los numerosos indicadores, además del relativo al PIB publicado por el INE, se llega fácilmente a la conclusión de que el ciclo ha cambiado. El consumo se ha estancado, la confianza de los consumidores ha vuelto a niveles de 2014, ha caído la venta de coches, crecen menos las exportaciones y, por último y más importante, la creación de empleo del conjunto del trimestre se ha reducido.
Si, además, miramos los vientos de cola que favorecieron el crecimiento en años anteriores, se ve claramente que el petróleo casi ha doblado su precio, pagamos más por la deuda y el BCE ha reducido su apoyo. Tampoco ayuda la guerra comercial abierta por Estados Unidos, la marcha de la economía italiana, de algunas economías emergentes y la pronta subida de los tipos de interés. Claro que estas circunstancias no son achacables al gobierno de Pedro Sánchez. Pero, sin duda, la incertidumbre que crea su falta de apoyos para llevar a cabo sus anuncios, sin valorar siquiera su negatividad, el desasosiego que ha instalado en empresarios, en consumidores e inversores, les tiene paralizados. ¿Quién puede tomar decisiones encontrándose en estas circunstancias?
Cada día está más extendida la certeza de que el gobierno no será capaz de aprobar unos Presupuestos. Antes del 15 de este mes, parece que presentarán un borrador para enviar a Bruselas. Ahí ya veremos las intenciones y cuántas exigencias de Podemos y otros socios contienen. Y, por supuesto, qué reacciones causará en los agentes económicos.
En todo caso, parece que los apoyos catalanes y vascos se complican. Así que, muy probablemente, no van a salir, y esto, unido a los escándalos que persiguen a Sánchez y a varios de sus ministros, y las amenazas de los independentistas permiten colegir que seguir en Moncloa sin perder votos a chorros va a ser complicado, y que más pronto que tarde se verá obligado a convocar elecciones generales.