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Conversación con el Rey

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El contexto político hace que cada año resulten más densos los tradicionales encuentros entre el jefe del Estado y el presidente del Gobierno en el palacio mallorquín de Marivent. Si mal no recuerdo, esta es la primera vez que una cumbre de esta especie tiene como uno de los interlocutores a un presidente en funciones, a la espera de ver si el mes próximo es o no capaz de completar con éxito su investidura. Son muchos y de mucho calado los temas que Felipe VI y Pedro Sánchez han de abordar en este encuentro. Ahora todo es nuevo: el presidente está en funciones y, por tanto, con la capacidad de gobernar limitada; el desafío catalán se acrecienta ante la inminencia de una sentencia presumiblemente dura contra los golpistas de octubre de hace dos años; y la sombra de Podemos como presumible aliado principal del Gobierno, en una fórmula a la portuguesa, revolotea en el ambiente, sin que sepamos muy bien si finalmente el proyecto se concretará. Sin que podamos olvidar las proclamas republicanas –muy legítimas por otra parte– de Pablo Iglesias, el hombre que intentó colarse en el Ejecutivo de alguien que, como Pedro Sánchez, prometió, al llegar a La Moncloa tras la moción de censura, fidelidad a la Constitución del Reino de España, es decir, a la norma fundamental monárquica. El clima es de enorme preocupación, casi de alarma en los sectores más conscientes. Poco será, como es usual, lo que se nos explique verdaderamente del estado anímico en el que discurra el encuentro del jefe del Estado con el jefe (en funciones) del Gobierno. Pero la inquietud en La Zarzuela, en Moncloa, ahora en Marivent, desde luego que existe, derivada sobre todo de la provisionalidad, que empieza a ser demasiado permanente, por la que discurre nuestra vida política. Ahora Sánchez tiene prisa, porque de alguna manera se va instalando en la ciudadanía la sensación de que, si hay repetición de elecciones, y por tanto si la provisionalidad se prolongase durante casi otros seis meses, el principal culpable será él, aunque no se pueda eximir de responsabilidades a los otros actores políticos. Tendremos que estar muy atentos a lo que ocurra este agosto, porque van a ocurrir cosas; sería impensable e irresponsable que no ocurrieran. De algo de eso hablarán, es de suponer, el miércoles el Rey y el hombre que, en funciones, ocupa La Moncloa.

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