APUNTE AJENO
¿Y los derechos humanos?
Hace poco más de un año, en junio de 2018, el Gobierno de Pedro Sánchez se estrenaba con un gesto humanitario, la acogida de los inmigrantes del Aquarius, que Italia rechazaba y que ningún país europeo quería acoger. Desde entonces ha habido varios intentos –algunos del propio Gobierno español, siempre del italiano– para varar en puerto a los barcos que se dedican a salvar los inmigrantes que están a punto de morir en la travesía del Mediterráneo. No lo han conseguido. Ahora mismo, más de 325 personas rescatadas en el Mediterráneo por los dos barcos citados esperan un puerto donde desembarcar. Las instituciones europeas han callado ante una nueva provocación que puede tener graves consecuencias. Nuestro ministro de Fomento y mano derecha de Sánchez, José Luis Ábalos, en otro ejercicio de cinismo se ha lavado las manos y ha dicho que “le molestan los abanderados de la humanidad que no tienen que tomar nunca una decisión, los que creen que solo ellos salvan vidas desde el ámbito privado. Nosotros –apunta– lo hacemos a través de Salvamento Marítimo, que no pone un barco, sino bastantes más y que rescató el año pasado a 50.000 personas en el mar”. No dijo lo mismo hace catorce meses, porque entonces el objetivo era otro: dar una imagen de gobierno acogedor, único en Europa, progresista, defensor a ultranza de los derechos humanos. Pietro Bartolo, médico que tratado a miles de náufragos en Lampedusa y hoy eurodiputado, ha sido más claro: “Hoy, quien salva a una persona se ha convertido en delincuente.” Les están convirtiendo en delincuentes los gobernantes europeos. O nuestra vicepresidenta, Carmen Calvo, que ha dicho que “España no es el puerto más seguro”. Lo era en junio del 18 y no lo es hoy, ¿qué ha cambiado? Solo la posición del Gobierno, que hoy no puede sacar réditos de una acción humanitaria. Un Gobierno que mantiene las concertinas en las fronteras con Marruecos, cuya política sobre los menores no acompañados está provocando su criminalización, que no ha mejorado la situación de los CIEs y que ha descargado en Marruecos el freno a la llegada de inmigrantes. Eso se llama, simple y llanamente, hipocresía.