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En algo

coinciden la derecha tripartita y Unidas Podemos, aparte de haber impedido en comandita la investidura de Sánchez: en desear ardientemente un gobierno de coalición entre el PSOE y el partido de Iglesias. Ahora bien, si esos extremos se tocan por diferentes motivos, bien que de semejante obviedad: para la derecha, no reunificada aún, podrían volver a ser calamitosos los resultados de nuevas elecciones, por lo que cifran en lo que sería una más que previsible caótica coyunda gubernamental entre PSOE y Podemos el remedio a todos sus males, siendo el principal de estos el tiempo, el que necesita para acordar la fusión electoral de PP, Cs y Vox, siquiera como esa España Suma de Casado que tanto suena a Bloque Nacional. Un gobierno de imposible armonía compuesto por dos partidos que se detestan, y en el endiablado escenario nacional e internacional que se vislumbra en el futuro inmediato, sería un festín enormemente restaurador para la derecha o, cuando menos, eso cree la derecha. La ansiedad de Podemos, del Podemos que aún controlan Iglesias y Montero más exactamente, por poder, es decir, por el poder gubernativo en esas áreas sociales donde podría exhibirse como el Robin Hood de los partidos políticos que dijo ser cuando nació, no tiene otra motivación que la propia supervivencia política, a menos que la previsión de una futura gran cosecha de votos por meter en cintura a las eléctricas bajando el precio de la luz, por poner algún orden en el sindiós de los alquileres o por promover la masiva creación de guarderías infantiles resultara equivocada o fallida. Pero en otra cosa coinciden la derecha tricéfala y Podemos, la una absteniéndose para facilitar un gobierno del PSOE en solitario, sin deudas, y el otro no acordando un programa con los socialistas a la portuguesa: su escaso, si no nulo, sentido de Estado. Con esa visión de extremo sectarismo, la derecha pierde la ocasión de opositar de verdad a Sánchez, y Podemos la de, pactando un programa socialmente avanzado, hacer realidad algunas de las que se supone son sus propuestas. La derecha seguirá ahí, pero a Podemos, que no va a entrar en un gobierno del PSOE se ponga como se ponga, la ansiedad puede cursarle en letal depresión. Y a partir de ahí, ya nunca podrá ser Robin Hood, aquel tipo tan entusiasta, tan generoso y tan vital.

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