APUNTE AJENO
Canción triste de un 'boomer'
Quien suscribe nació en esos años del baby boom (1950-75) que el ministro de pensiones y demás, José Luis Escrivá, ha dicho que es una generación que tendrá que asumir entre trabajar más o sufrir un recorte en sus pensiones. Lo dice, además –parece que ya se ha arrepentido de su patinazo verbal, pero no sé si del mental– en plena euforia por haber llegado a un acuerdo sobre el tema con patronal y sindicatos: pero los segundos han puesto el grito en el cielo ante las “desafortunadas” declaraciones del ministro y los primeros andan bastante mosqueados con los planes marxistas de la ministra de Trabajo en lo referente a la reforma laboral.
No formo parte del gobierno, ni de la oposición, pero soy uno es de esos baby boomers, por cierto, con la edad de jubilación ya pasada, pero que sigue dando el callo porque uno lo necesita y porque, encima, le gusta. Y, con estos títulos en la mano, me atrevo a denunciar la falta de sensibilidad de un Ejecutivo que carece de consideraciones hacia generaciones que se han sacrificado por el progreso del país y para entregar a sus hijos y nietos un mundo mejor, lo que me parece que es algo que, por cierto, no hemos logrado.
Los babyboomers, o llámenos usted, si quiere, los hombres y mujeres del “espíritu del 78”, nos hemos llevado no pocos sobresaltos en los últimos tiempos: hasta quien fuera el jefe del Estado durante cuarenta años está a punto de cumplir su primer aniversario en una especie de exilio no sé si del todo voluntario y puede que algo merecido, quién sabe. Todo a nuestro alrededor está cambiando, pero no quisiera creer que la mudanza llega hasta el punto de anular derechos que se han conquistado anteriormente: las pensiones, señor Escrivá, se ganan con el trabajo de años, con las cotizaciones de décadas, con el pago riguroso de impuestos desde siempre.
No, no estoy seguro de que esa retroactividad en tales derechos adquiridos –al fin y al cabo, ya hemos pagado bastante por nuestra pensión– sea justa; ni siquiera creo que sea posible, y menos despachada con la frívola alegría con que lo ha hecho un por otra parte respetable y por mí respetado ministro. Los baby boomers tampoco tenemos la culpa de serlo, ni de que ahora los nacimientos de niños se hayan estancado gracias a una larga política de errores y egoísmos y la caja de la Seguridad Social ande como anda.