Irse con clase

Las series de éxito (a las otras las echan de mala manera) han de saber irse con dignidad. Sin ningún cabo suelto y en lo más alto de la audiencia. Alargarlas es un error. Que no es por no hacerlo. Si hay que alargarlas y alargarlas, pues se hace, pero como dice José Mota, hacerlo porque sí, es tontería. Y Velvet (Antena 3) no parece que vaya a incurrir en semejante desatino. Ha comenzado, y con qué éxito (el 25.1 de audiencia), su cuarta y última temporada. La cosa va a venir buena y el nudo argumental principal parece que va centrarse en si Alberto Márquez (Miguel Ángel Silvestre) murió o no en el accidente de aviación. Ana Ribera (Paula Echevarría) está que no vive en sí de dolor y pena. Habrá que esperar al final para saber si ese niño, ahora huérfano de padre, podrá disfrutar o no de progenitor. Y mientras tanto, para hacer boca, otro tema. Ana ha regresado de Londres con una idea. Estamos en los 60 y piensa que el Prêt-à-porter es el futuro de las galerías. Los dueños, ahora unos italianos, no están por la labor. Veremos también qué pasa.Las series de éxito (a las otras las echan de mala manera) han de saber irse con dignidad. Sin ningún cabo suelto y en lo más alto de la audiencia. Alargarlas es un error. Que no es por no hacerlo. Si hay que alargarlas y alargarlas, pues se hace, pero como dice José Mota, hacerlo porque sí, es tontería. Y Velvet (Antena 3) no parece que vaya a incurrir en semejante desatino. Ha comenzado, y con qué éxito (el 25.1 de audiencia), su cuarta y última temporada. La cosa va a venir buena y el nudo argumental principal parece que va centrarse en si Alberto Márquez (Miguel Ángel Silvestre) murió o no en el accidente de aviación. Ana Ribera (Paula Echevarría) está que no vive en sí de dolor y pena. Habrá que esperar al final para saber si ese niño, ahora huérfano de padre, podrá disfrutar o no de progenitor. Y mientras tanto, para hacer boca, otro tema. Ana ha regresado de Londres con una idea. Estamos en los 60 y piensa que el Prêt-à-porter es el futuro de las galerías. Los dueños, ahora unos italianos, no están por la labor. Veremos también qué pasa.