Condenada al fracaso

La suerte está echada. La sonata del silencio de La 1 de TVE pasará a engrosar, a partir de la próxima semana, el extenso archivo de fracasos televisivos del ente público. Que hayan ido emitiendo los capítulos de dos en dos estas últimas semanas no hacía presagiar nada bueno de esta serie, que se ha quedado a medio camino entre la superproducción y el culebrón más puro y duro en la línea de Guillermo Sautier Casaseca. Para lo primero no ha llegado al nivel de El tiempo entre costuras, por citar un ejemplo, y para lo segundo ya existe, y triunfando en la casa, Acacias, 38. Y, desde luego, no habrá sido por el reparto, con Marta Etura, Eduardo Noriega, Lucía Giménez o un reivindicado Fran Perea, desde su ya olvidada etapa de adolescente enamorado en Los Serrano. El problema ha residido en la propia historia. Culebrón, sí, pero ambientado en el gris, hambriento y estraperlista Madrid de los 40. ¿Qué podía esperarse de un argumento en que los únicos malos eran unos desafectos al régimen que asaltaban las casas de la gente de bien? Imposible, ¿verdad?