¿Y todavía nos extraña?

Jueves noche. Haciendo zapping caigo en Tele 5 y en la octava gala de Gran Hermano, al que he perdido la pista. Viéndola uno comprende el porqué de su baja audiencia. No hay nada en ella que llame la atención. Jorge Javier Vázquez hace lo que puede para animar el cotarro pero no lo consigue. Los anónimos y desconocidos inquilinos de Guadalix de la Sierra siguen encerrados en su burbuja y, por lo que descubro, Pol ha sido expulsado; Adara llora porque se va y Clara está eufórica porque se la ha quitado de encima y los espectadores se quejan de que una mano negra manipula las votaciones. Muy poco atractivo, la verdad, para remontar el vuelo. Será que tantos años de malos rollos y edredonning ya cansan. Ahora la cara hay que buscarla en TVE, que está que no cabe en sí de gozo al ver lo bien que le ha funcionado la nostalgia de OT. Si hasta ha conseguido que el resto de cadenas hayan abierto un debate a nivel nacional (por encima incluso sobe la quiniela ministerial de Rajoy, que aquí somos así) sobre si hubo o no hubo una “cobra” de Bisbal a Chenoa en el concierto del Sant Jordi.