Nos quedamos con las ganas

Nada. Han pasado ya las fiestas navideñas para descanso de nuestra báscula y de nuestro colesterol y en la programación televisiva ha permanecido inédita la reposición de un clásico de estas jornadas: el ¡Qué bello es vivir, dirigida por Frank Capra en 1946, protagonizada por James Stewart y Donna Reed y una legión de secundarios, a cuál mejor, y que se ha convertido, sin duda alguna, en el film que mejor refleja el espíritu de Navidad. Y no deja de ser curiosa su ausencia si tenemos en cuenta que sus derechos ya han prescrito y proyectarla sale gratis. La historia ya la saben y, para los que no la sepan, se la recordamos: gira en torno del bondadoso George Bailey, siempre ayudando a su comunidad, hasta que en plena crisis existencial, decide suicidarse, cosa que evita un ángel, Clarence, que aún tiene que ganarse sus alas. Una película que no importa cuántas veces se haya visto, porque tiene la capacidad de seguir emocionando, sobre todo en la alocada carrera de Stewart, ya recuperado, por la nieve y felicitando la Navidad a todos los vecinos de Bedford Falls. Una pena.