BOIG PER TU
Leña del árbol caído
De acuerdo. Diego Armando Maradona es un ídolo no ya con los pies de barro, sino de arena. Uno de los tres o cuatro mejores futbolistas de la historia, después de Don Alfredo, se ha convertido en una caricatura de sí mismo, por sus excesos y su mala cabeza.
De acuerdo, repetimos, pero eso no justifica que haya, en estos últimos tiempos, que seguirle implacablemente para mostrar urbi et orbi todas sus patéticas salidas para llenar minutos y más minutos en la sección de deportes de cualquier informativo. ¿No sería mejor que, en vez de airear sus discutibles gracias, alguien se preocupara por ayudarle y no seguir difundiendo actitudes que no hacen más que empeorar ese prestigio que ya no tiene?
Hasta resultaban dolorosas las imágenes encadenadas desde su presencia en la Copa Confederaciones en un estado etílico lamentable, las acusaciones de acoso sexual a una periodista, el penoso show en el avión rumbo a Nápoles, donde le han nombrado embajador, y la recepción, ya en suelo italiano, en donde no fue capaz de articular una mínima frase coherente.