BOIG PER TU
¿Sentido común? Bajo mínimos
Después de ver la primera entrega de Sentido común (Telecinco) todavía no tenemos claro cuál es el verdadero objetivo del programa. ¿Poner en evidencia a muchos de los tertulianos que pululan por las parrillas televisivas, que en algunos casos están porque hasta en la tele tiene que haber de todo, o resucitar, con caras nuevas, a aquellos freaks que nos introducía con nocturnidad, y muchas veces alevosía, Javier Cárdenas en Al ataque en la Telecinco de los noventa? Por si no lo han visto –y si no lo han hecho tampoco se pierden nada–, se trata de comentar la actualidad, no importa de qué tema, dando voz a una serie de personajes que, bajo la etiqueta de gente corriente de la calle, ofrecen un nivel medio-bajo y en el que el programa no hace otra cosa que regodearse de la supuesta ignorancia del españolito de a pie que habla por hablar y sin conocer el tema. En el estreno abrieron micro y cámara a dos chonis, dos barrenderas y dos rupestres granjeros que hicieron añicos aquel sabio refrán, y otros muchos también, que dice aquello de que “más sabe el diablo por viejo que por diablo”.