La cosa no comienza bien

Mucho tendrán que esforzarse de salida, aunque es de suponer que acabarán consiguiéndolo, los programas reclamo y/o altavoz, desde Sálvame a Cazamariposas, pasando por el Viva la vida, para levantarle el vuelo al alicaído Gran Hermano Revolution, que ha arrancado con muy mal pie. Convendría que en Mediaset reflexionasen sobre la conveniencia de seguir exprimiendo una fórmula ya agotada desde hace años. De todos los realitys de la casa y aunque sea el fundacional, el de Guadalix de la Sierra ha dejado de interesar por su nula capacidad de sorpresa, el escaso tirón de los concursantes, que además acuden resabiados al programa, y encima Jorge Javier no es Mercedes Milà. El colocar a los 100 aspirantes en la casa para reducirlos a los 18 finales tampoco funcionó. La convivencia, sin el canal 24 horas en marcha, fue tediosa y encima la selección provocó gritos y protestas de tongo. Jorge Javier se rebotó y dijo que quien no estuviese contento se pasase por el juzgado y se fuese del plató. Y se le fue la mitad del público, para pasmo del sorprendido presentador.