Será que no tenemos remedio

Estamos, o eso parece, en el siglo XXI, pero hay momentos en que todo nos retrotrae a los más oscuros años del siglo XX. Mientras las participantes del concurso de belleza para Miss Perú aprovechan la pasarela para denunciar los feminicidios que se producen a diario en su país, o Rosie Oliveira, la ganadora de Miss bumbum, concurso en Brasil que premia al mejor culo –que me dirán, ¿para qué se presenta?–, utiliza el parlamento tras el premio para atizarle a su presidente y reivindicar los derechos de su oprimida Amazonas natal, resulta que en la avanzada y liberal Italia –le tocó a ella pero podía haber sido en otra parte–, la ATP utiliza un vergonzoso show erótico para celebrar el sorteo del Master joven de Tenis. Cada finalista debía escoger una modelo que, ligera de ropa, iba subiendo faldas, bajando escotes o enseñando espalda para mostrar a qué grupo iba cada uno de ellos. Luego, la organización pidió disculpas, pero el mal, como pudo verse en televisión, ya estaba hecho. Y el tenis no es el único campo deportivo machista. Solo hay que mirar al mundo del motor.