Tramposo y faltón

Cristóbal Soria (Sevilla, 1969), comentarista que siempre va de sobrado en El Chiringuito, se hizo tristemente famoso por sus trapicherías varias cuando ejercía como delegado de la etapa más polémica del Sánchez Pizjuán sevillano. Suyas fueron las ideas, por citar un par de ejemplos, de esconder los balones cuando su equipo ganaba o de lanzar otros desde la grada cuando atacaba el equipo rival y así parar el partido. El miércoles, en el programa, volvió a demostrar su catadura moral a propósito del Real Sociedad-Lleida de Copa. Mientras el resto de tertulianos elogiaban la proeza de los de Albadalejo con la sonrisa condescendiente al afirmar que la competición permite las machadas de los modestos, que nunca hay enemigo pequeño, Cristóbal se metía con los donostiarras –sin reconocer en ningún momento que algún mérito debía de haber contraído el Lleida para pasar ronda– al grito de “conmigo de delegado, la Real no se deja remontar un 2-0 a favor. Ya me hubiese preocupado de que la Real estuviese en el sorteo del martes”. Mal deportista y además faltón.