BOIG PER TU
¿Habrá una próxima vez?
“Hugo, tú has sido el último en salir de la casa pero se te ha olvidado apagar las luces”. Esta fue la última frase de Jorge Javier Vázquez tras partir, hasta el plató de Mediaset, el ganador de la presente edición de Gran Hermano. ¿Premonitoria? ¿Quién sabe? Pero de lo que no cabe duda es de que esta entrega, la 18ª, ha sido con diferencia la peor de su historia, con unos índices de audiencia irrisorios que hacen temer por la continuidad de lo que, en su estreno, fue calificado como experimento sociológico con la convivencia de un grupo de personas, sin contacto con el exterior y aisladas durante tres meses en el interior de una casa. Las dos primeras ediciones fueron todo un éxito pero, en las sucesivas, los concursantes llegaban a Guadalix de la Sierra ya resabiados, sabiendo las estrategias a seguir ayudados por unos guionistas que manipulaban y teledirigían a los participantes en aras a la audiencia y en base a escándalos, edredonings y malos rollos. La marcha de Mercedes Milá tampoco ayudó a enderezar la nave lastrada por el dolce far niente de los adocenados concursantes.