Tanta broma ya cansa

No sabemos qué sucederá hoy. Parafraseando al inefable Carles Rexach, el partido se puede ganar, perder o empatar (según el prisma político de los implicados) pero de lo que no cabe duda de que se está llegando a un clima de saturación que no puede ser bueno para nadie. Es más, pese a las movilizaciones ciudadanas o gestos de aquellos de mojarse hasta el fondo como en los últimos Gaudí, con los asientos vacíos recordando a los ausentes, el predominante amarillo o ese videogag inicial (para mí más bien flojito) del presentador David Verdaguer con la presencia virtual de Carles Puigdemont, creo que tanto hablar del tema está produciendo el efecto contrario de lo que se pretendía. La reivindicación constante para que el Gobierno de Madrid respete las reglas, y la voluntad del electorado catalán, en unas elecciones que él mismo fijó y que ahora no respeta, se ha convertido, a base de acumular broma tras broma sobre lo que puede pasar, en una caricatura negativa. Demasiados gags, demasiados memes y demasiados chistes fáciles en todas las televisiones. Así no se avanza.