BOIG PER TU
Acabar antes de empezar
En casa no somos de seguir mucho Casados a primera vista, el incalificable programa de entretenimiento de Antena 3 que puede que sea entretenido –si te lo miras asumiendo que todo está guionizado y convenientemente editado– pero no resulta creíble e incluso chirría por intentar ser tan políticamente correcto: en cada temporada, se ve que para quedar bien, tiene que figurar un matrimonio homosexual o lésbico y otro entre parejas de diferentes cultura, raza o color. Hasta ahí todo correcto y, repetimos, hasta entretenido, pero lo que cuesta de admitir es que existan errores de casting tan evidentes como el producido en la pareja formada por Álvaro y Tamara. Ya se casaron a disgusto, por llamarlo de alguna manera, y escenificaron su ruptura nada más llegar, de luna de miel, a un romántico hotel de Praga. Ella se colocó un seductor picardías para irse a la cama y él se dio la vuelta y se puso a dormir y al día siguiente pidió un taxi y se marchó al aeropuerto. Y ella, deshecha en llanto, sirviendo de carnaza a la audiencia que, a buen seguro, subió lo que no está escrito.