¿Y ahora, se dan cuenta?

Será que no tenemos remedio. Somos capaces de querer meter entre rejas a un rapero por sus letras y, en cambio, miramos hacia otro lado con campañas en que se hace apología de la ludopatía más salvaje. No es por ponernos medallas, que por otra parte no nos corresponden, pero desde este mismo rincón, hace meses que denunciamos las promociones televisivas de las casas de apuestas on-line antes, durante y después de los partidos ofrecidos en directo. Y aún cabría añadir los bingos y partidas de póquer a través de la red. Ahora han caído en la cuenta de que las adicciones al juego entre adolescentes se han multiplicado por mil (o por más) con el consiguiente asalto a sus cuentas corrientes (y a la de sus desprevenidos progenitores) que se quedan temblando. En Antena 3 (y en otros medios) se hacía eco esta semana como uno de los problemas más graves de nuestra enferma sociedad. Eso sí, no lo dieron en las secciones de deportes, pese a que se nutren ahora de todo tipo de truculentos sucesos. Ya lo dice el refrán: no hay que morder la mano de quién te da de comer.