Enterrando a Mr. Bean

Un actor o una actriz demuestra su grandeza cuando sabe romper con la etiqueta que amenaza con lastrar su carrera. Unos lo consiguen y otros no. Me viene a la memoria, ahora mismo, el caso de Alfredo Landa, que logró acabar con el “landismo” con sus personajes de Germán Areta en El crack y Paco, el cojo de Los santos inocentes. Hace dos sábados, en casa volvimos a sorprendernos con la mini serie Maigret que estrenó La 2 –el Festival de Cine de Valladolid frenó ayer la segunda entrega–. Una impecable e insuperable ambientación del París de 1955 (rodada en Hungría, todo hay que decirlo) para, a lo largo de cuatro capítulos de 90 minutos, presentarnos al paciente y sagaz detective de la Sûreté francesa creado por George Simenon en 1931, y que se prolongó, en 75 novelas publicadas, hasta 1972. Aunque para los que ya tenemos una edad, nuestro Maigret será siempre Jean Gabin, no podemos no sorprendernos y aplaudir como se merece el trabajo de Rowan Atkinson (Consett, 1955), que ha sido capaz de enterrar a su alter ego, el inefable Mr.Bean.