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El Mag Lari, en pleno espectáculo.

El Mag Lari, en pleno espectáculo.SEGRE

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Hay que rendirse a la evidencia. Los Gaudí, como después lo serán los Goya o los Oscar, son largos (vistos por televisión desde el sofá de casa) porque no hay más remedio. Hay muchos premios a repartir y no es plan de que los premiados, que vaya uno a saber si será su primera y última vez en subir a un escenario a recibir el galardón, no tengan tiempo para explayarse con la estatuilla en la mano. Otra cosa es el ritmo. Y en este caso, en la entrega de los galardones del cine catalán, lo hubo. Aquí no vamos a analizar si los premiados fueron justos o no ni quien fue el triunfador. Eso búsquenlo en otra canción. Dicho esto. Reflexiones. El Mag Lari, que fue de lo mejor de la noche, sobretodo en su monólogo inicial, demostró que es mejor showman que mago (algunas de sus pullas fueron sublimes) y que a la presidenta de la Academia, Isona Passola, la vistió su peor enemigo. Las reivindicaciones estuvieron bien a excepción de la irrupción de los defensores de los derechos de los Kurdos en Siria (no era quizás el mejor escenario) y Joan Pera, maestro de maestros, pese a citar a Marx se hizo interminable.

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