BOIG PER TU
Simplemente Chicho
Chicho era un genio. Y como tal impredecible. Incluso con mal genio, según cuentan los que trabajaban con él. En el Imprescindibles que La 1 programó ayer, inmediatamente después del Islas Feroe-España, Mayra Gómez lo definía como “un genio malcriado”, pero en cualquier caso genio. Y es que este uruguayo (Montevideo, 1935), que debutó en el mundo de la farándula poniendo la voz de Tambor en Bambi, revolucionó por completo la televisión. Hizo muchas cosas pero con dos ya pasó a los anales del medio: Historias para no dormir (1966) y el Un, dos tres (1972) paradigma de los concursos/show de entretenimiento, en todo el mundo. Y no digamos, el cine. Con dos películas reivindicó el poco valorado, hasta entonces, terror español: La Residencia (1969) y ¿Quién puede matar a un niño? (1976) de la que bebió y mucho Stephen King para sus Los chicos del maíz. Pero, a nivel personal, lo que más, más, nos gustaba eran sus presentaciones, en plan Hitchcock, su gran maestro, de los desasosegantes capítulos que íbamos a ver a continuación. Geniales.