Reporteros congelados

No falla. Es todo un clásico en la pequeña pantalla. En cuanto caen los primeros copos de nieve todos los programas, bien sea un magazín o un informativo y más aún si es matinal, envían a un reportero/a a la zona más alta, y relativamente próxima del plató, para que informen de algo obvio: está nevando y hace frío. Da igual que el viaje sea más o menos largo, que haya que poner cadenas, que los enviados especiales (no olvidemos a los sufridos cámaras) estén al borde de la hipotermia y que muchas veces la conexión no vaya más allá de los treinta segundos. Si hay que ir se va y como los demás también lo hacen aquí no podemos ser menos, debe de pensar el responsable de turno cómodamente sentado en la mesa de su despacho. Y no solo eso, ya que el reportero/a está allí vamos a amortizar las dietas para que vaya entrando en cada uno de los programas, dos o tres veces o las que hagan falta. Ahora los intrépidos reporteros, que también salen cuando el calor achicharra las piedras o el viento se los lleva en volandas o las lluvias los ahoguen, están de actualidad.