BOIG PER TU
Historias para no dormir
En este país, porque lo tenemos grabado a fuego en nuestro ADN, tendemos a no fiarnos nunca ni de la administración, los políticos y (algunos) los medios de comunicación. Todos estos tics han resurgido con fuerza con el coronavirus, hasta el punto que ante la información que nos inunda, y toda ella contradictoria, que lejos de tranquilizar acojona cada vez más, da la sensación de que los responsables no saben de qué va la cosa y que van dando palos de ciego a ver si aciertan. Por citar solo un ejemplo: ¿cómo puede ser que aquí, en Valencia, jueguen partidos de baloncesto o de futbol a puerta cerrada y en las Fallas sea todo un ancha es Castilla, que sea casi una broma la lucha por una mascarilla cuando los vuelos de Milán aterrizan en el Prat o Barajas sin que pase nada, o que Ferreras y sus especiales pongan el miedo en el cuerpo al personal? Así que, en casa, cada vez que aparece la palabra coronavirus en la pantalla, cambiamos de canal y vemos un capítulo de Crimen en el Paraíso, aunque ya sepamos, por haberlo visto varias veces, quién es el asesino.