Sobredosis de información

Ya nadie está tranquilo y, yendo un paso más allá, dentro de nada dejarán de prestar atención al hecho de que los informativos televisivos dediquen ya más del sesenta por ciento de sus contenidos a (des)informar del tema. Los expertos, vaya papelón el suyo, han pasado, y así lo escribimos en esta misma sección, de decir “tranquilos que esto no es nada” a “sigue sin ser nada pero mejor que estemos preparados” y están a un paso de decir “Dios (el que sea) nos coja confesados”. Tanta información, tanto mapa en rojo, tantos eventos suspendidos, están produciendo el efecto contrario de lo que se pretendía. Y al final, entre cierres de fronteras y controles –en los aeropuertos aún hay cierta manga ancha– conseguirán que se acepten las tesis del filósofo egipcio Kempis (búsquenlas).

No vamos a discutir a estas alturas que la información sobre el coronavirus no sea necesaria. En cualquier caso podemos cuestionar si es útil, porque, a medida que se incrementan los contagios y los fallecidos, está provocando el efecto contrario de lo que se pretendía.