¿Pero, queda alguien en casa?

Televisiones y radios dedicaron minutos y más minutos de su programación a explicar cómo Pedro Sánchez, el afortunado, consiguió en la prórroga, utilizando el argot deportivo, ampliar quince días más el estado de alarma. Lo hizo gracias al apoyo de Cs, que con su gesto vuelve a “estar en el candelabro” –mítica frase acuñada por la entonces mediática, y ahora olvidada, Sofía Mazagatos– y del PNV, que nunca da puntada sin hilo. Pero es que la prolongación parece un oxímoron, con lo que pasa en la calle. No hace falta que me lo diga ningún experto. Lo veo personalmente a diario. En hora punta, la misma circulación que a principios de marzo, y en el paseo de delante de casa veo la misma gente que en mayo del 2019. Y es que si uno sabe organizarse, además de ir y volver del trabajo, puede, montándoselo bien, salir a pasear, hacer deporte, sacar a los niños y al perro, ir a la compra, al banco y, si se consigue cita previa, al peluquero. Al final faltan horas y solo quedan en casa los bienintencionados profesionales de prensa, radio y televisión trabajando desde sus domicilios.