La cosa no acaba de arrancar

Como experimentado “ministerioadicto” puedo afirmar y afirmo que la cuarta temporada de la, por otra parte, excelente serie, anda renqueante. Y ya no lo decimos por su audiencia, la peor de su historia, con un 6,9 por los 24,7 del imbatible Supervivientes, sino porque los guionistas no acaban de encontrar el tono adecuado. Lo del personaje de Julián (Rodolfo Sancho) es un lastre que, si la trama no lo remedia, está hundiendo la nave con su agónica amnesia, que se salva, a trompicones, gracias a Federico García Lorca y a una terapia de choque a cargo de Amelia, que según dicen no va a volver al Ministerio del Tiempo, aunque todo parece indicar que su final está cantado, con esta boda y maternidad al lado de Julián en el XIX que indica esa foto rota y vuelta a pegar que ya es una maldición capítulo tras capítulo. La cuarta entrega fue plana y con muy poco gancho, salvo ese final, que redime la jornada, con Federico asistiendo con Julián, en la Granada de 1979, a un concierto de Camarón cantando su Flotando en el viento. Y sí, como dice, ganó él, no ellos.