Mucho show, poca cocina

La cosa está así: si a los participantes de La isla de las tentaciones (o a los anteriores del ahora marginado Gran Hermano) les incluyeran una prueba de cocina, la diferencia con MasterChef Celebrity sería mínima. Y en el fondo nos duele como ha degenerado, es de suponer que en aras de la audiencia, el programa, comenzando por el jurado, compuesto por Pepe Rodríguez, Jordi Cruz –siempre sobreactuado– y Samantha Vallejo-Nágera. Sin entrar en el tema de que la duración de cada entrega es excesiva, por mucho que tuneen el capítulo, hay que advertir que las habilidades culinarias de cada uno de los participantes quedan eclipsadas por su capacidad para polemizar (al menos que sea por indicación del equipo guionista) asemejándose cada vez más a un producto de Mediaset que a otro de la supuestamente más plural y abierta televisión pública. El ejemplo más palmario lo tenemos en Celia Villalobos, ahora viviendo en su retiro dorado tras haberlo sido casi todo en política. Es la más mediática de los concursantes y no hay día en que no se le pregunte por su extrabajo.