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595434_1.jpgMAITE MONNÉ

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Con el enésimo cierre de bares y restaurantes se va a producir lo que ya estaba cantado: la bancarrota del sector más castigado por la administración catalana con la excusa de la pandemia, lo que equivale a ver persianas bajadas que ya, por desgracia, no volverán a levantarse, y en estas dos semanas, al menos desde Lleida, excursiones gastronómicas, con excusas de cualquier tipo y condición, a la vecina Aragón. Pero es que aún hay más. Sin haberse probado científicamente que los bares y restaurantes son el foco irreversible de contagios, cuando, y aceptando que siempre hay irresponsables, y clientes aún más, son el colectivo que más y mejor ha trabajado para resguardarse del Covid-19, aún va a caer una losa más, que a estas alturas ya no vendrá de una, sobre los empresarios y trabajadores.

En estos quince días (que serán más, no lo duden) comienza la Champions y llega el clásico Barça-Madrid. Molestias a la clientela habitual a banda, los propietarios ya han pagado las cuotas, que no son baratas precisamente, para poderlo ofrecer en sus locales.

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