Hasta los mismísimos...

Quizás aún no han caído en la cuenta, pero me da la sensación, igual estoy equivocado, de que el personal, a estas alturas, anda ya muy cabreado. Es más, ha pasado de la inicial y solidaria salida a los balcones (que visto ahora se antoja un pelín cursi) a opciones más radicales, pragmáticas, estoicas y simplemente pasotas, en plan “que salga el sol por Antequera”. No nos extraña en absoluto. Hay un evidente hartazgo de las políticas que dan palos de ciego acogiéndose a lo de “si lo acierto, lo adivino”, de las administraciones, que, además de lanzar continuos globos sonda para ver qué pasa, se contradicen hasta tres veces en el mismo día.

Lo último que ha colmado el vaso de la paciencia son las decisiones sobre Navidad (niños, sí o no; restricciones, toques de queda...). Al ciudadano le saturan (mañana, mediodía, tarde, noche y madrugada) con expertos que solo dicen la suya y no aportan nada nuevo. Así solo se consigue que nadie haga ya caso de nada. Caen las audiencias de los informativos y aumentan las visitas a plataformas con oferta de series y películas. Y en mi coche vintage, el olvidado CD.