El mal trago de la Copa

De todos es sabido que a los grandes de la Liga les provoca urticaria tener que jugar las primeras rondas de la Copa. Van en plan de “hasta semifinales no estamos para nadie”. De hecho, ya removieron cielo y tierra para que cuando entrasen en liza, las eliminatorias fuesen a doble partido con la vuelta en casa. Ahora Rubiales ha recuperado la fórmula que tan bien funciona en otros países: a partido único (hasta semis) en el campo del más débil. Y pasa lo que pasa. A las primeras de cambio Getafe, Celta o Atlético de Madrid, eliminados. Ya se sabe: malas fechas, frío, desplazamientos incómodos, poca motivación, incluidos los no habituales, rivales al doscientos por cien, campos pequeños y de hierba artificial... Por eso, aunque no lo compartimos, entendemos las quejas ante las cámaras de Julen Lopetegui pese a que su Sevilla pasó ronda en Linares. Hasta se quejó de los vestuarios. Sin embargo, lo más triste es que los pequeños, aunque en Mutilva, Linares, Córdoba, Marbella, Soria, Navalcarnero, La Nucía o León se jugase con público (limitado), pierden por Covid el taquillón de su vida.