BOIG PER TU
Siempre nos quedará Masferrer
Con tantas noticias desasosegantes que nos rodean (y ya dejamos al margen, por reiterativas, las concernientes al coronavirus), siempre nos quedará, como refugio al que acogernos cuando vienen mal dadas, El foraster (TV3) de Quim Masferrer. Los más puristas quizás no lo colocarán en el top ten de los mejores programas de la última década, pero supone una inyección de optimismo, de buenrollismo, de pensar, en definitiva, que no todo está perdido todavía. A modo de ejemplo, en su última visita, concretamente a Vallfogona del Ripollès, Masferrer fue capaz de emocionarnos a partir de su encuentro con Joan, un leñador que lleva en el oficio desde los 18 años (y de eso hace ya mucho) y que, pese a su exiguo 1,60 de estatura, es un gigante en cuanto a sentimientos y humanidad se refiere. Joan ha dedicado su vida al bosque y a los árboles, a los que se conoce del primero al último; son sus hijos. Greta Thunberg se hubiera quedado muda ante semejante amor al medio ambiente. Y más aún al verle llorar al recordar el incendio de 1994, que dejó en cenizas la zona.