Eurovisión tiene un problema

O más. Pero el festival, que sigue siendo un ícono de nuestra memoria, y que nos obliga a seguir viéndolo año tras año recordando las ediciones en que lo seguíamos en casa en blanco y negro como uno de los momentos culminantes de la temporada televisiva, está muriendo de éxito.

Y nos referimos al hecho de que en este 2021, por aquello de que en el 2020 no se celebró, se haya querido dar una sobredosis de adrenalina en el espectador a base de ser excesivo en todo, ni tampoco en que prima más el continente (coreografía, vestuario, efectos y demás) que el contenido (una simple canción que pasa de lo más desapercibida). No, nos referimos al hecho de que haya dos votaciones: la de los jurados profesionales y la de las redes.

Desde que se incorporaron estas, jamás ha ganado un tema que fuese primero en la de los jurados de los “doce puntos”. Este año, igual.

Ganó Italia, que acabó la primera votación por la zona media y desbancó a las primeras Suiza y Francia. Pues que solo pongan una y nos evitamos 50 minutos recordatorios de los 26 temas para que el público vote.